En Las Cortas de Blas (Granja Escuela a 25 km de Valladolid) bajo la dirección de Patricia Miranda hemos celebrado de nuevo la Ecopascua como venimos haciendo desde 2010 con una periodicidad bianual. Nos hemos juntado 75 personas y un bebé-persona. Es una pascua familiar por lo que la mitad de las personas son adultos y la otra mitad jóvenes, niños y niñas. Hemos acompañado esta experiencia desde Ecología y Acogida Ana Leal y también con la compañía de los jesuitas José Ignacio García y Tomás Gaitán.
La Pascua comenzó el jueves con una toma de contacto con la naturaleza y toma de conciencia de la mirada de Dios sobre nosotros (Mírame, oh Dios…Van Breemen) para celebrar la eucaristía de la Cena del Señor con el lavatorio de los hermanos mayores a los menores. Los cantos han sido dirigidos por Elena López y su preciosa voz, de Ecología y Acogida Ana Leal. Después de una excelente cena, un rato de oración en la capilla del caserío (el tiempo no ha permitido muchas alegrías de exteriores).
El viernes comenzamos con una invitación a la oración y después, un paseo por la naturaleza visitando la granja con los pequeños, una ocasión para la conversación y la escucha. Por la tarde celebramos el Vía Crucis, preparado por grupos y con la intervención de mayores y pequeños en cada estación. Las estaciones en pleno montes Torozos. Terminamos la tarde con la celebración de la Cruz y una oración después de cenar con al contemplación de las estrellas, aprovechando un ratito sin nubes. Montes Torozos, tierras por las que corrió Jeromín (D. Juan de Austria), criado en Villagarcía de Campos, es uno de esos lugares especiales para la contemplación de estrellas (casi 900 m sobre el nivel del mar).
El sábado fue un día dedicado a fortalecer la esperanza y lo pasamos en INEA. Un paseo por el camino espiritual de los huertos en torno a la Laudato Si´. Después escuchamos el testimonio de las dos familias acogidas en la casa Ecología y Acogida Ana Leal. Una procede de la República de Sajá Yakutia (Rusia) y la segunda de Venezuela que nos removieron el corazón y nos llenaron de fuerza. También escuchamos el testimonio de lo que las diversas familias ya hacen en el marco de su parroquia, su escuela, su trabajo… Fue una preparación a la gran Vigilia Pascual. Allí la luz, el fuego, el agua, el canto del Gloria, la Palabra llenaron el corazón de gozo y alegría porque Jesús Resucitado nos habita y habita en todo lo que nos rodea y eso nos lanza de nuevo a vivir cada día con la mayor plenitud posible.
Durante la plácida mañana del domingo, lluviosa como el resto de los días, fue el momento en que los niños buscaran los huevos de Pascua con alegría para todos. Siete celebraciones de la Ecopascua en estos 16 años… y alguna familia ha venido a todas!! Aleluya.